miércoles, 16 de noviembre de 2016

Carta a aquél que quise amar con todo mi alma.

Tú llegaste de un momento a otro, sin avizar, sin que fuera previsto o hubiera un chispazo de tu inmediata llegada. Sólo apareciste un día común, enfrente de mi, distraido en la rutina. Sin planearlo mis ojos se enfocaron en tu silueta y en los gestos que hacían tus labios. Mis ojos seguían cada movimiento que hacias y mi mente divagaba pensando cuál sería tu posible nombre. 

Pasaron días, yo disimulaba tu proyección en mi,pretendía no hacer caso a mis latidos. Fría, pasaba a tu lado, sin siquiera echar una mirada a tu entorno. Cuando podía mirarte, lo hacía cuidadosamente; sigilosa, como un pequeño gato que mira con sus grandes ojos, sin ser detectado y atento a cualquier pequeño movimiento.

Aún más días y yo continuaba mirándote sin que te dieras cuenta. Pensé que jamás habría alguna interacción entre los dos, hasta que, sin pensarlo, sucedió. Tus ojos miraron hacia mi y tus labios pronunciaron algunas palabras dudosas, yo iba con mi cabeza poblada de pensamientos, así que mi boca no pronunció palabra alguna. En un instante me di cuenta que era real, finalmente había pasado y te respondí suavemente, pero a la vez sin demostrar alguna emoción.

Días, tardes, noches en compañía tuya, sintiendo ese reconfortante calor en el pecho. Tal vez no hablábamos mucho, no habían tantas sonrisas, ni mucho menos juegos, pero había algo que me hacía querer pasar más tiempo en tu vida.

Tú, reviviste aquellos sentimientos que creía sepultados, ese profundo calor en mi pecho, poco a poco fue dando vida a las conexiones, de mi corazón con el resto del cuerpo; recorriéndo cada pequeño rincón por más escondido que estuviera. Mis ojos dejaron de mirar sin sentido, mi mente empezó a incluirte en ella, mi nariz distinguió tu aroma y lo hizo único, mi boca anheló la sensación de tus labios, mis manos quisieron tener las tuyas a su lado y mi cuerpo, adoró tu silueta mezclada con la mia. 

Mi mente empezó a incluir temas que, negué por mucho tiempo, como la idea de llegar a casarme, de vivir con alguien, de despertar a su lado cada mañana si era posible, de verme junto a alguien en mis dias restantes, de hacer más que querer; querer amar, querer sentir lo que realmente es y no el tipo de "amar" que comercian en la televisión; un amor real, sin necesidad que hayan villanos y buenos, sin que el ego domine y arruine todo, sin celos absurdos por inseguridades personales, sin largas esperas llenas de rencor, sin actores físicamente perfectos, sin un guión que seguir. Llegué a sentir la complacencia de verte a diario, aunque fuera poquito, aunque sólo hubiera un "hola" y un "hasta luego", con saber que estuvieras bien y recibir un suave abrazo tuyo me bastaría. En un principio fue así, te frecuenté lo más que pude, lo que menos quería era que te enfadaras, cada vez que te tenía cerca, había una grata sensación de tranquilidad y calidez. Mis sueños reflejaron tu imagen; exacta, así como tú eres, con tu mismo aroma y  dimensión, cada sueño en el que tú estabas, era suficiente para levantarme con una sonrisa nerviosa. 

Tú, permitiste que mi corazón palpitara fuerte y también lentamente. Tú, me generaste las ganas de salir de mi zona de confort.
Tú, cambiaste mi tiempo incierto.
Tú, apareciste el miedo de no volver a estar junto a ti.
Tú, convertiste tardes solitarias, en tardes de películas.
Tú, tocaste la puerta en donde, estaba escondida mi parte amorosa.
Tú, hiciste que escuchara canciones sobre amor.
Tú, creaste una ilusión de un futuro junto a ti.
Tú, tomaste mis largos suspiros por ti.
Tú, prolongaste mi nivel de tolerancia.
Tú, llenaste de calor, mis frias noches.
Tú, despertaste mi inquietud de verte.
Tú, extendiste tu mano en la mia y le hiciste añorar ese calor de nuevo.
Tú, sumerjiste mis dudas y algunos miedos.
Tú, me hiciste vivir algo que no había experimentado antes.
Y tú, enterraste todo lo que se había creado en mi, gracias a ti, sólo con unas cuantas palabras desesperanzadoras y con algunas cuantas, regadas por ahí. 

¿Sabes? Esto, tal vez no parezca una carta, dado a que las cartas por lo general tienen un emisor y un destinatario. No lo tiene, porque sé que si llegas a leerla sabrás que es para ti y sabrás quien soy yo, aunque ya no seamos tan cercanos. Tal vez no contenga un saludo y una despedida, como dicen "es fácil decir un hola, pero difícil un adiós". Prefiero que sea una carta que rompe los formatos, una diferente, sin un principio y sin un final. Sólo con la plena intención de, escribir con el corazón. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario